sábado, 14 de mayo de 2011

No hay nada más político que el medio ambiente

Durante más de cien años la preocupación ecológica fue la conservación de la naturaleza, a la que debemos la creación de los primeros parques nacionales. Sin embargo, las ideas relacionadas con el desarrollo, el crecimiento o la economía formaban parte de la esfera social y los factores ambientales no eran contemplados. No fue hasta el inicio de los años 70 del siglo XX cuando los campos social y ambiental comenzaron a ser analizados teniendo en cuenta su fuerte entrelazamiento y la conciencia ecológica empezó a entenderse como hoy día, desde una perspectiva ecosistémica global donde el sistema social creado por el ser humano tiene una importancia capital.

Hemos entrado en un siglo que quedará definido por los límites ecológicos y por nuestra respuesta a esos límites. Lo que hagamos con nuestro medio ambiente, con nuestro entorno, marcará lo que nos depare el futuro. Aunque ya tengamos sobre nuestras espaldas un peso importantísimo conformado por décadas de inacción en materia ambiental, cuando no fomento de las actividades más impactantes con el medio, nunca es tarde para empezar a cambiar.

Y cambiar no es hacer lo mismo de siempre pero un poco menos, o con un aspecto algo más amable. Cambiar no es seguir desarrollando políticas locales que esgrimen con candidez o descaro unos cuantos eslóganes de cariz ambiental que, en realidad, enmascaran prácticas económicas o urbanísticas decididamente orientadas por la idea de crecimiento económico convencional.

Los que deberían ser garantes del bien común han demostrado sobradamente que no son capaces de dedicar la importancia que merece a aquello que lo condiciona por completo como es la salud de nuestro entorno. Tanto es así que, en muchas ocasiones, lo que realmente es imprescindible para todos se convierte en la más pequeña de las preocupaciones del mundo de la política.

Y, sin embargo, no hay nada más político que el medio ambiente.

Ha llegado el momento de acabar con que en los discursos políticos solo haya sitio para la cuenta de resultados de lo particular con exclusión de toda perspectiva global y ambiental. Ha llegado el momento de proponer medidas que nos adapten al escenario futuro más probable. Ha llegado el momento de que haya voces en nuestro ayuntamiento que defiendan la importancia de la soberanía alimentaria. Ha llegado el momento de utilizar el urbanismo para mejorar la vida de todas las personas. Ha llegado el momento de que las infraestructuras megalomaníacas dejen paso a una nueva cultura de la movilidad. Ha llegado el momento de que la legalidad sea un instrumento de respeto y de establecimiento de límites para salvaguardar el bien común. Ha llegado el momento de que la transparencia y el laicismo sean consustanciales a la gestión de lo público.

Por todo ello, creo que ha llegado la hora de Ecolo Córdoba. Dice un proverbio chino que “lo primero que hay que hacer pasa salir del pozo es dejar de cavar”. Votar a Ecolo Córdoba no es la solución a todos nuestros problemas, pero es dejar de cavar nuestro particular pozo y comenzar a mirar en la dirección correcta.

Comenzamos con esta crisis que vivimos una nueva era caracterizada por el agotamiento de los recursos (especialmente de los combustibles fósiles) y por los efectos de los desequilibrios producidos por nuestros residuos en los ciclos naturales (cambio climático, por ejemplo). Una nueva era que transformará la sociedad postindustrial, globalizada e hiperconsumista en otra cosa. En nuestros actos estará la clave para saber qué características tendrá el futuro. Y el futuro comienza ahora.


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