Ha llegado el momento de que los que están preocupados por el destino de la Tierra se enfrenten a los hechos: no sólo la grave realidad del cambio climático, sino también la acuciante necesidad de un cambio en el sistema social. (...)
Está fuera de debate que la ecología de la tierra –y los mismísimos sistemas vitales de los que dependen los humanos así como otras especies- está bajo un sostenido y severo ataque debido a las actividades humanas. También está claro que de seguir por el mismo camino los efectos serán devastadores. Como declaró James Hansen, director del Instituto Goddard para los Estudios Espaciales de la NASA: “el planeta Tierra, creación, el mundo en el que cada civilización se desarrolló, los patrones climáticos y estables franjas costeras que conocemos, está en inminente peligro […] la alarmante conclusión es que la continua explotación de combustibles fósiles en la Tierra amenaza no sólo a las otras millones de especies en el planeta sino también la propia supervivencia de la humanidad –y el tiempo es mucho menos del que pensamos-”. Además, el problema no comienza y termina con los combustibles fósiles sino que se extiende a toda la interacción humano-económica con el medio ambiente. (...)
Está claro que existen límites biosféricos y que el planeta no puede soportar los alrededor de 7.000 millones de habitantes (mucho menos, por supuesto, los 9.000 millones proyectados para mediados de siglo) bajo lo que se conoce como el standard de vida de la “clase media” occidental. El Instituto Worldwatch ha estimado recientemente que un mundo que utilizase su biocapacidad per cápita al nivel de los Estados Unidos en la actualidad únicamente podría soportar 1.400 millones de habitantes. El problema principal es antiguo y reside no en los que no tienen lo suficiente para un nivel de vida decente, sino en aquéllos para quienes no existe lo suficiente. Como sostuvo Epicuro: “nada es suficiente para quien lo suficiente es poco”. Un sistema social global organizado en base a “lo suficiente es poco” está destinado a destruir eventualmente todo lo que lo rodea, incluso a sí mismo. (...)
Algunos ambientalistas sienten que es posible resolver la mayoría de estos problemas mediante algunos ajustes en nuestro sistema económico, introduciendo una mayor eficiencia energética y reemplazando los combustibles fósiles por energías “verdes” –o utilizando tecnologías que alivien los problemas (como la captura de carbono desde plantas de energía y su inyección en la profundidad de la tierra). Existe un movimiento hacia prácticas “verdes” que se utiliza como herramienta de mercadeo o para mantenerse al paso de otras compañías que alegan la utilización de dichas prácticas. No obstante, dentro del movimiento ambientalista, existen quienes tienen claro que meros ajustes técnicos en el sistema productivo vigente no serán suficientes para resolver los dramáticos y potencialmente catastróficos problemas que enfrentamos. (...)
Nuestra opinión es que la mayoría de los críticos problemas ambientales que tenemos están ocasionados, o magnificados, por el funcionamiento de nuestro sistema económico. Incluso los temas relacionados con el crecimiento de la población y la tecnología pueden apreciarse mejor apreciados en términos de su relación con la organización socioeconómica de la sociedad. Los problemas ambientales no son resultado de la ignorancia humana o de una codicia innata. No se presentan porque los empresarios que dirigen grandes corporaciones son moralmente deficientes. En cambio debemos observar el patrón fundamental de funcionamiento del sistema económico (y político/social) para encontrar respuestas. Es precisamente el hecho de que la destrucción ecológica está integrada en la naturaleza interna y lógica de nuestro sistema de producción vigente lo que hace tan difícil la solución del problema.
Además, sostenemos que las “soluciones” propuestas para la devastación ambiental, que permitirían al actual sistema de producción y distribución continuar intacto, no son soluciones reales. De hecho, ese tipo de “soluciones” harán que las cosas empeoren al dar la falsa impresión de que los problemas se encuentran en vías de superarse cuando la realidad es bastante diferente. Los acuciantes problemas ambientales que enfrenta el mundo y sus habitantes no estarán efectivamente resueltos hasta que instituyamos otra forma de interacción de los seres humanos con la naturaleza –modificando la forma en que tomamos decisiones sobre cuánto y cómo producimos. Nuestras metas más necesarias y racionales requieren que tomemos en cuenta las necesidades humanas fundamentales, y que creemos condiciones justas y sustentables para generaciones presentes y futuras (lo que también implica preocuparse por la preservación de otras especies).
Estos párrafos están extraídos de 'Lo que todo ambientalista necesita saber sobre capitalismo', un artículo de Fred Magdoff y John Bellamy Foster, de la revista Monthly Review, traducido por Observatorio Petrolero Sur y que he podido leer en Rebelión. No os perdáis su lectura completa.
Miguel, enhorabuena por el nuevo diseño. Pedirte disculpas por haber comprobado que no estaba como seguidor de tu blog a pesar de que lo leo siempre. Como nunca es tarde acabo de rectificar y ser seguidor de tu blog. Igualmente te leo en Facebook.
ResponderEliminarUn abrazo.
Paco