sábado, 15 de agosto de 2009

La mala nueva

Suele pasarme que después de un viaje donde desconecto casi totalmente me encuentro a la vuelta con una noticia sorpresa. Ayer regresé de Almería y, esta vez, la nueva consiste en algo de lo que ya se habló en 2007: El Ayuntamiento ha vuelto a la carga con el absurdo proyecto de la playa fluvial.

Esta ciudad cada día es más extraña. No sólo IU alardea cada vez más de su incultura y de un proyecto político improvisado y que tiene de izquierdas lo que yo de melenudo, sino que resulta que ahora el PP se otorga el papel de defensor ecológico del río. Manda huevos, como diría el otro.

Así como los bosques son mucho más que fábricas de madera, los ríos son mucho más que canales de agua. Frente a la incipiente visión actual de los ecosistemas fluviales que incorpora los aspectos ambientales y sociales completando su complejidad y apostando por la gestión de ríos vivos, el ayuntamiento cordobés parece que sigue anclado en la concepción de un río más como un canal muerto.

La Directiva Marco del Agua aboga por recobrar el fluir natural de los ríos, con sus llanuras de inundación, y recuperar los bosques de ribera como acciones que deben ir parejas a la protección de los espacios urbanos consolidados ante los riesgos de crecidas que nuestro clima mediterráneo nos ofrece. Sin embargo, aquí se vuelve a reflotar la idea de un proyecto que eliminaría gran parte de la vegetación ribereña que ha estado recuperándose en los últimos años después de las obras del Parque y el Puente de Miraflores e incluso podría incluir el dragado de parte del cauce para la habilitación de la propuesta piscina fluvial. Todo para emular iniciativas de algunas ciudades como París, Roma o Amsterdam, que, en realidad, ya quisieran tener la posibilidad de disfrutar de un río con tanta vida como el Guadalquivir a su paso por Córdoba.

Miles de turistas pasean a lo largo del año por el Puente Romano absortos con el espectáculo que brindan las tardes cordobesas cuando sobre el antiguo Betis millares de aves representan sus danzas aéreas antes de retirarse a dormir. En vez de potenciar este hecho se pretende trasladar a orillas del río la cultura de chiringuito tan extendida por nuestras costas. No está mal pretender dotar de más actividades a la zona, pero no creo que para ello haga falta destrozar algo valioso ya existente. Y, lo que más me enfurece, es que encima defienden "que este proyecto supone una apuesta más del Ayuntamiento por una movida juvenil alternativa y como una propuesta de ocio". Sí señor, así nos va.

Actualización (10-9-2009): Enlazo el Diagnóstico de la importancia del Balcón del Guadalquivir para la avifauna, realizado por la Asociación de Educación Ambiental El Bosque Animado, en el que se puede constatar la valiosa aportación de la zona a la riqueza biológica, sobre todo ornitológica, del río Guadalquivir a su paso por el Término Municipal de Córdoba.

3 comentarios:

  1. Cuando se dejen de globos sonda y traten el tema en profundidad, en la Calleja me vais a crujir vivo, porque hay algunas cosas que me las estoy planteando, sobre el tema de la vegetación en el río. Vaya por delante que no quiero una playa en el Guadalquivir, no está para eso. Pero tampoco quiero una orilla degradada y abandonada como la que tenemos por debajo del Alcázar.

    El proyecto de la azuda de Martos no lo conozco en profundidad, pero habría que planteárselo en serio, y lo siento por el club de piragüismo, si así se evita el pudridero en que se ha convertido ese rincón.

    A lo mejor estamos siendo más papistas que el papa en la conservación de los juncales de algunas zonas con un valor también histórico, cuando hay cientos de kilómetros de río degradado y olvidado, que podrían recuperarse para la fauna. No sé simesplico.

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  2. Puerta, antes de contraargumentarte nada querría que me explicaras por qué dices que la orilla y el río están degradados y abandonados (?).

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