Comienzo a escribir esta entrada cuando queda muy poco para la clausura de la Cumbre del Clima, en Copenhague. Seguramente tendremos un sonoro fracaso que nos será vendido como un "acuerdo de mínimos" que pueda sentar las bases para negociaciones futuras, lo que podríamos llamar el "Protocolo de Yasieso", junto a una cantidad X de dinero y excusas, muchas excusas. La más famosa será la de "hay que ver que malos que son los chinos que no son transparentes con lo mucho que contaminan". No es nueva, la excusa china es una de las clásicas, aunque ahora, cuando se han convertido en el país que más CO2 emite, se utilice más abiertamente.
Quizás haya que volver a insistir en explicar la responsabilidad de los países que más emiten por persona. La media de emisiones de CO2 por habitante y año en nuestro planeta está en torno a las 5,5 Tm, más del doble de lo que puede asumir la Tierra. China emite aproximadamente 4 Tm de CO2 por habitante al año, mientras EE.UU. ronda las 20 Tm (de CO2 por habitante al año) y Europa roza las 10. Por tanto, las emisiones per cápita de China son relativamente bajas y más bajas aún si se calculan en términos acumulativos para valorar y contextualizar las responsabilidades históricas.
Puede, también, que haya que recordar que en la mayoría de países llamados desarrollados la gente contribuye más al cambio climático simplemente viendo la televisión que el total de emisiones en países en desarrollo (fuente).
Poco más se puede hacer cuando el compromiso de nuestros políticos, títeres e hipócritas encorbatados, está comprado por el sistema. Y es que, como destaca Ignacio Ramonet, existe "una grave contradicción entre la lógica del capitalismo (crecimiento ininterrumpido, avidez de ganancias, explotación sin fronteras) y la nueva austeridad indispensable para evitar el cataclismo climático". Cada vez nos situamos más cerca del abismo y seguimos dejando que nos guíe el mismo grupo de animales supersticiosos creyentes en el crecimiento ilimitado. No dejemos pasar más tiempo, puede que vayamos tarde. Es hora de, partiendo de cero, construir un sistema basado en otra lógica, una 'sociedad de decrecimiento' que nos evite la barbarie.
Actualización (19 de diciembre 13:25): Pues no. Me equivoqué. La excusa china no ha sido la más importante en la conclusión final. Ha sido sustituida por la excusa bolivariana. Pero no ha sido inconveniente esta oposición para sacar un acuerdo mínimo saltándose la unanimidad pertinente en estas cumbres. Ante la avalancha de desinformación que vamos a sufrir en las próximas horas (léase EL PAÍS, por ejemplo) pintando a los países opositores de insolidarios hacia arriba, creo que es importante leer la Declaración de países ALBA en Copenhague en la que, con el título de "¡No hay que cambiar el clima, hay que cambiar el sistema!", estos estados explican su postura.
Quizás haya que volver a insistir en explicar la responsabilidad de los países que más emiten por persona. La media de emisiones de CO2 por habitante y año en nuestro planeta está en torno a las 5,5 Tm, más del doble de lo que puede asumir la Tierra. China emite aproximadamente 4 Tm de CO2 por habitante al año, mientras EE.UU. ronda las 20 Tm (de CO2 por habitante al año) y Europa roza las 10. Por tanto, las emisiones per cápita de China son relativamente bajas y más bajas aún si se calculan en términos acumulativos para valorar y contextualizar las responsabilidades históricas.
Puede, también, que haya que recordar que en la mayoría de países llamados desarrollados la gente contribuye más al cambio climático simplemente viendo la televisión que el total de emisiones en países en desarrollo (fuente).
Poco más se puede hacer cuando el compromiso de nuestros políticos, títeres e hipócritas encorbatados, está comprado por el sistema. Y es que, como destaca Ignacio Ramonet, existe "una grave contradicción entre la lógica del capitalismo (crecimiento ininterrumpido, avidez de ganancias, explotación sin fronteras) y la nueva austeridad indispensable para evitar el cataclismo climático". Cada vez nos situamos más cerca del abismo y seguimos dejando que nos guíe el mismo grupo de animales supersticiosos creyentes en el crecimiento ilimitado. No dejemos pasar más tiempo, puede que vayamos tarde. Es hora de, partiendo de cero, construir un sistema basado en otra lógica, una 'sociedad de decrecimiento' que nos evite la barbarie.
Actualización (19 de diciembre 13:25): Pues no. Me equivoqué. La excusa china no ha sido la más importante en la conclusión final. Ha sido sustituida por la excusa bolivariana. Pero no ha sido inconveniente esta oposición para sacar un acuerdo mínimo saltándose la unanimidad pertinente en estas cumbres. Ante la avalancha de desinformación que vamos a sufrir en las próximas horas (léase EL PAÍS, por ejemplo) pintando a los países opositores de insolidarios hacia arriba, creo que es importante leer la Declaración de países ALBA en Copenhague en la que, con el título de "¡No hay que cambiar el clima, hay que cambiar el sistema!", estos estados explican su postura.
De acuerdo en todo excepto en lo de relacionar capitalismo con las acepciones negativas del término.
ResponderEliminarEl capitalismo no es malo por sí mismo sino por el uso negativo que de él se hace. Una sociedad capitalista puede (y debe) estar comprometida con el medio ambiente.
Ideas como aplicar tasas a operaciones bancarias podrían dar mucho juego. El problema es que a nadie le interesa ponerle el cascabel al gato.
Andrés, no sé a qué te refieres con las acepciones negativas. El capitalismo se basa en la búsqueda de beneficios económicos crecientes, en la preponderancia del capital sobre cualquier otra cosa, ya sea el trabajo o el medio ambiente. El capitalismo y el respeto al medio ambiente entran en contradicción en cuanto aquel niega la existencia de límites ecológicos y sociales que pretende poder rebasar. Te recomiendo leer la entrevista a Serge Latouche que enlazo al final de la entrada.
ResponderEliminarSaludos.