Siguiendo la pista del célebre anuncio de David Meca y la Federación Internacional de las Vibraciones he acabado descubriendo esta imagen, que, a su vez, me ha recordado mi intención de dedicar una entrada a este tipo de artilugios y la historia que esconden. Para empezar remontémonos a los griegos.
En la antigua Grecia se creía que el útero daba vueltas por el cuerpo buscando dónde causar problemas. El médico Hipócrates asoció una sintomatología femenina que incluía desfallecimientos, insomnio, retención de fluidos, pesadez abdominal, espasmos musculares, respiración entrecortada, irritabilidad, pérdida de apetito y “tendencia a causar problemas” a un bloqueo uterino que describió con el nombre de «Histeria», del nombre griego de la matriz (hysteros).
El único tratamiento conocido para este mal era el masaje pélvico, consistente en la estimulación manual de los genitales de la mujer hasta que alcanzara lo que nosotros llamaríamos orgasmo y en aquel contexto denominaban "paroxismo histérico". Durante más de mil años las recetas más habituales eran el coito si la mujer estaba casada, el matrimonio si estaba soltera y el masaje de una comadrona como último recurso. Si el matrimonio no solucionaba el problema, la hípica, las mecedoras y, más adelante, los trenes más inestables también se recetaban como tratamientos alternativos. Pero nunca, nunca, nunca se debía permitir que una mujer se autoestimulase. Ya lo dijo Avicena: “Las mujeres con histeria no deben tocarse: ese es un trabajo para los maridos y los doctores”.
Es decir, cuando ya no había más remedio, el propio marido o padre era el que llevaba a la paciente a su médico, que tenía que remangarse y masajear la zona para "curar" a la pobre mujer enferma. Antiguamente el sexo se veía de forma diferente, mucho más falocéntrico aún, y, se podría decir, que todo lo que no fuese la penetración no se consideraba como práctica sexual. Por tanto, este asunto no era demasiado extraño. A esto hay que unir, como intuiréis, el poco conocimiento del cuerpo de la mujer y de la sexualidad femenina que se tenía en una sociedad tan machista. Quizás por ello los laureados doctores tardaban horas en conseguir que sus pacientes llegaran al paroxismo, con lo que acababan con agujetas en brazos y manos.
En la antigua Grecia se creía que el útero daba vueltas por el cuerpo buscando dónde causar problemas. El médico Hipócrates asoció una sintomatología femenina que incluía desfallecimientos, insomnio, retención de fluidos, pesadez abdominal, espasmos musculares, respiración entrecortada, irritabilidad, pérdida de apetito y “tendencia a causar problemas” a un bloqueo uterino que describió con el nombre de «Histeria», del nombre griego de la matriz (hysteros).
El único tratamiento conocido para este mal era el masaje pélvico, consistente en la estimulación manual de los genitales de la mujer hasta que alcanzara lo que nosotros llamaríamos orgasmo y en aquel contexto denominaban "paroxismo histérico". Durante más de mil años las recetas más habituales eran el coito si la mujer estaba casada, el matrimonio si estaba soltera y el masaje de una comadrona como último recurso. Si el matrimonio no solucionaba el problema, la hípica, las mecedoras y, más adelante, los trenes más inestables también se recetaban como tratamientos alternativos. Pero nunca, nunca, nunca se debía permitir que una mujer se autoestimulase. Ya lo dijo Avicena: “Las mujeres con histeria no deben tocarse: ese es un trabajo para los maridos y los doctores”.
Es decir, cuando ya no había más remedio, el propio marido o padre era el que llevaba a la paciente a su médico, que tenía que remangarse y masajear la zona para "curar" a la pobre mujer enferma. Antiguamente el sexo se veía de forma diferente, mucho más falocéntrico aún, y, se podría decir, que todo lo que no fuese la penetración no se consideraba como práctica sexual. Por tanto, este asunto no era demasiado extraño. A esto hay que unir, como intuiréis, el poco conocimiento del cuerpo de la mujer y de la sexualidad femenina que se tenía en una sociedad tan machista. Quizás por ello los laureados doctores tardaban horas en conseguir que sus pacientes llegaran al paroxismo, con lo que acababan con agujetas en brazos y manos.
Una solución fue la invención de los aparatos para proporcionar masajes. A finales del siglo XVIII ya existían dispositivos de hidroterapia, manguerazos de agua que realizaban la antigua tarea de forma mucho más "eficiente". Con la llegada de la Revolución Industrial estos aparatos comenzaron su carrera para ir diferenciándose de algo parecido a una enorme batidora y pasar a diseñarse en formas cada vez más manejables y cómodas. En la década de 1880 el médico británico Joseph Mortimer Granville inventaba el primer vibrador a baterías.
Todos estos aparatos no sólo facilitaron la labor de los médicos, sino que incluso la suprimieron, puesto que comenzaron a ser de uso habitual en los propios hogares. El americano Hamilton Beach lanzó en 1902 el primer vibrador eléctrico para venta comercial, convirtiendo al vibrador en el quinto aparato doméstico en ser electrificado, bastante antes que la plancha. En la primera mitad del siglo XX el mercado de este tipo de artefactos estaba en alza, y docenas de prototipos fueron patentados, considerándose todavía como aparatos clínicos para proporcionar relax a las mujeres más inquietas y anunciándose como máquinas de masaje antiestrés en revistas y catálogos de costura y de moda. Podéis contemplar varios de estos antiguos vibradores en este Vibrator Museum.
Pero a partir de los años 20, con el surgimiento del cine porno, donde se mostraban mujeres utilizándolo de forma lasciva, el vibrador comenzó a coger mala fama. En 1952 la Asociación Americana de Psiquiatría eliminó oficialmente la histeria femenina de su listado de patologías, al considerarlo un mito sin fundamentos clínicos. Aún así, el consolador se siguió vendiendo de forma "camuflada", con imaginativos y curiosos diseños.
Todos estos aparatos no sólo facilitaron la labor de los médicos, sino que incluso la suprimieron, puesto que comenzaron a ser de uso habitual en los propios hogares. El americano Hamilton Beach lanzó en 1902 el primer vibrador eléctrico para venta comercial, convirtiendo al vibrador en el quinto aparato doméstico en ser electrificado, bastante antes que la plancha. En la primera mitad del siglo XX el mercado de este tipo de artefactos estaba en alza, y docenas de prototipos fueron patentados, considerándose todavía como aparatos clínicos para proporcionar relax a las mujeres más inquietas y anunciándose como máquinas de masaje antiestrés en revistas y catálogos de costura y de moda. Podéis contemplar varios de estos antiguos vibradores en este Vibrator Museum.
Pero a partir de los años 20, con el surgimiento del cine porno, donde se mostraban mujeres utilizándolo de forma lasciva, el vibrador comenzó a coger mala fama. En 1952 la Asociación Americana de Psiquiatría eliminó oficialmente la histeria femenina de su listado de patologías, al considerarlo un mito sin fundamentos clínicos. Aún así, el consolador se siguió vendiendo de forma "camuflada", con imaginativos y curiosos diseños.
De todas formas nunca más tuvo ya tanta presencia en la vida hogareña femenina. Quedó relegado durante décadas a los sex shops, hasta que a partir de los noventa volvió con fuerza, con nuevos diseños, modernos, ergonómicos y muy muy variados. ¿Será el Vibropower uno de ellos?
¡Guau! Nunca pensé que los vibradores tendrían toda esta historia detrás, el primer anuncio es divertidísimo, ya me imagino a más de una modélica madre de familia en plan "felices años 20" intentando convencer a su señor esposo de que necesita uno de esos cacharros para masajearse la espalda, jejeje
ResponderEliminarQue represión...
ResponderEliminarLas brujas "volaban" con la escoba porque ponían drogas y se frotaban con ella. Fui a un museo donde había una especie de dildo al que llamban "El sacerdote" (por la forma) gigantesco.
Pero bueno, ¿tú de dónde has sacado toda esta información? pobres griegas, con la de orgías que habrán visto y ellas yendo al doctor con su padre...
Copépodo, mientras buscaba información leí un comentario de una señora contando cómo por los años 60 ella y su hermana, por entonces de unos 12-14 inocentes años, habían regalado a su madre por su cumpleaños uno de estos masajeadores que vendían en la peluquería del barrio. Menuda cara se les quedó a los padres cuando vieron el regalito, jeje.
ResponderEliminarPatri, la información está en internet (la gran memoria colectiva), sólo hay que buscarla. En realidad esto es un pequeño resumen. Creo recordar que había quien tenía estudiada la relación de los vibradores con los ordenadores y cómo aquellos habían favorecido el desarrollo de estos.
Saludos.
No sé como tomarme que empieces una entrada catalogada como "sexo" hablando de David Meca...
ResponderEliminarBueno, el último anuncio es desternillante!! Y vaya post que te has marcado!!
ResponderEliminarBesines :)
Es una entrada muy interesante y didáctica.
ResponderEliminarMe he acordado un momento del chiste famoso de la niña que estaba histérica, soltera y madurita, y que el padre la lleva al médico de la Seguridad Social y este le recomienda que le hagan un coito, para que se le acaben los trastornos y se tranquilice.
El padre le contesta:
-Que se lo hagan, que se lo hagan. -el médico llama a un ayudante y le ordena:
-Hazle a esta señora un coito. -El ayudante se mete con la joven detrás de biombo y se pone manos a la obra.
La joven empieza a jadear y a quejarse lastimeramente. El padre que oye los quejidos le dice al doctor:
-Porque usted y yo sabemos que le están haciendo a mi hija un coito, pero esto lo oyen en mi pueblo y piensan que se la están follando.
Pregunto yo ¿no sería un invento de los doctores la manipulación, como la de los frailes del Decamerón de Boccacio para que recibieran las "fermosas" damas de la época a Dios en forma cilíndrica?
Enhorabuena por el post que es muy bueno.
sí Paco, eso lo dicen por mi pueblo con otra frasechiste (lo mismo Miguel no lo ha oído, pero se lo dejo por aquí)
ResponderEliminar"el cura q le dice a la beata:"y ahora prepárate hija mía en decúbito supino q te va a entrar el Espíritu Santo en forma de pepino"
AAaAaaMénnnnn!
Jajaja, no, no lo había oído, Lisis. Muy bueno ;D
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