jueves, 7 de octubre de 2010

"Piedra a piedra se va eliminando historia que nunca vamos a poder recuperar" (1/2)

En Córdoba, desde que eres pequeño, escuchas hablar sobre restos arqueológicos. Para muchos, quizás la mayoría, son un incordio que retrasan obras o encarecen infraestructuras. Para otros, demasiado pocos, son un valor a proteger, una fuente de conocimiento, una mina de oro, un enorme y potencial yacimiento de empleo. Lamentablemente, nuestros políticos siempre han pertenecido más a los del primer grupo que a los del segundo o, al menos, así han actuado. En un modelo que se alimentaba de la especulación urbanística la preocupación por la arqueología era un inconveniente. Creo que, ahora que estamos en crisis y deberíamos reflexionar más profundamente, podríamos reinventarnos y recuperar para la arqueología y la protección del patrimonio el lugar que merecen. ¿Qué tal si comenzamos a escuchar a los que saben?

Hoy presento la primera parte de una entrevista doble realizada a dos personas del ámbito de la arqueología. A lo largo de la misma entenderéis por qué no doy sus nombres. Ojalá pudiésemos cambiar eso. Sería un síntoma de que vamos por el buen camino.

-Desde un punto de vista técnico, ¿qué interés tiene la arqueología en la ciudad de Córdoba?

A: Bueno, eso se resume pronto: capital de la Bética, la provincia del Imperio Romano más romanizada del occidente europeo; cuando cae Roma se convierte en una especie de república independiente que le echa un pulso al mismísimo ejército visigodo durante 30 años; cuando la conquistan los visigodos será sede regia; cuando la conquistan los árabes la convierten en capital de al-Andalus; luego será capital del califato y, en esa época, tendrá una extensión que todavía hoy no hemos recuperado; tras la conquista cristiana es avanzadilla para la conquista de Granada y la sede militar más importante del sur de la Península. De cada una de esas etapas Córdoba tiene una huella arqueológica imprescindible para entender la historia española y universal, con restos que son Patrimonio de la Humanidad no por casualidad. Sólo hay que ver la nómina de expertos de medio mundo que, para entender el arte romano o el islámico, tienen que pasar por aquí. Y la lista es enorme.

B: Córdoba es una de las ciudades históricas cuyo poblamiento histórico tiene mayor antigüedad. Es decir, es una ciudad que se forma como tal en época romana pero desde la prehistoria tenemos núcleos de hábitat en varios puntos del actual urbanismo como son las zonas del Parque Cruz Conde o Campo de la Verdad. Por otra parte el urbanismo de época bajomedieval ha quedado fosilizado en el callejero del casco histórico, el cual sólo se vio transformado a partir del siglo XIX con el derribo de las murallas y los ensanches urbanísticos en lo que hoy día es el centro de la ciudad.

-¿Cómo se trata la arqueología en la ciudad, en la sociedad, en la política?

A: Mal. Muy mal. Socialmente no se entiende. Políticamente no interesa. En Córdoba hay un sentido tremendamente cateto de lo que se entiende por modernidad. No se ha asimilado, por parte de casi nadie, que la Arqueología y el Patrimonio Histórico y la Cultura es lo único que le queda a esta ciudad para sobrevivir a nivel económico. Es lo único que nos hace distintos.

B: Hay dos visiones de la arqueología y del patrimonio en Córdoba. Socialmente hay quien piensa que sólo es un lastre y quien se siente orgulloso de nuestro pasado. Los primeros suelen mostrar esa opinión por desconocimiento o por intereses urbanísticos. Los segundos suelen ser sectores con cierta educación o curiosidad que les hace valorar lo que poseemos. En la política, a nivel local o municipal, jamás he visto el mínimo interés por la arqueología -entendida como la investigación y puesta en valor de los restos arqueológicos-, en cualquier ideología política.

-¿Es muy diferente ese trato en otras ciudades? ¿Qué ciudad pondríais como ejemplo positivo en el ámbito arqueológico?

A: Sí, en muchas. Sobre todo en el aspecto social. En otros lugares se sienten orgullosos de su Arqueología, y así lo demuestran. Y aunque siempre hay problemas políticos y económicos en relación a los restos, ejemplos hay muchos de orgullo ciudadano: Vitoria, con su catedral; Tarragona con sus monumentos; Mérida, que vive prácticamente de la Arqueología; Murcia, donde miles de personas se manifestaron para salvar un yacimiento; Carmona, donde las excavaciones no les cuestan dinero a los promotores y se hacen visitas a todas ellas... Eso aquí es una utopía, una lejana utopía.

B: Hay ciudades en las que la población está concienciada e incluso exige la conservación de los restos, como por ejemplo acaba de suceder en Murcia, y otras en las que la clase política es la que apuesta por la puesta en valor del patrimonio arqueológico como principal fuente de recursos turísticos, y por lo tanto económicos, como es el caso de Mérida. En este último caso sólo hay que ir allí para ver la diferencia. E incluso hay ciudades en las que la expansión urbanística se ha paralizado para poner en valor los restos, como ha ocurrido en Toledo, en la zona de la Vega Baja, donde ha salido parte del urbanismo visigodo. Allí no sólo se han paralizado las obras, sino que se están llevando a cabo campañas de excavación, un centro de interpretación y jornadas de difusión.

-¿Qué os sugiere la tan manida frase "si, total, son cuatro piedras..."?

A: Estupidez en grado sumo. Yo la contesto siempre con otra frase: "hay que viajar más". Me gustaría invitar a todos los que dicen eso a ver lo que cuatro piedras dan de sí en ciudades como Roma, Mérida, Tarragona, Nimes, Mértola, Carcasona, Pompeya.... Lo mismo algunos que dicen eso están ahora en paro y podrían estar trabajando en lugares como estos, pero la estupidez es lo que tiene.

B: Esa frase es como la del anuncio del Ministerio de Medio Ambiente en la que dos adolescentes se están maquillando y una tira el papel al WC y la otra le recrimina por ello, por gastar agua, pero le responde que "Total, por unos litros...". Es la misma visión y el mismo problema, piedra a piedra se va eliminando historia que nunca vamos a poder recuperar.

-A veces tengo la sensación de que existe un silencio entre los arqueólogos sobre lo que está ocurriendo en la ciudad. ¿A qué se debe?

A: Pues a muchos factores: relaciones personales, afinidades, supuesta amistad, favores debidos... Hay muchos "arqueólogos" que lo son porque durante un tiempo hubo necesidad de ellos, no por auténtica vocación. Mientras se construía, se excavaba, y ellos recibía su dinero. Imagínate que protestabas porque tal o cual yacimiento debería conservarse... Podías dejar de excavar, y por tanto dejar de cobrar, claro, esto generaba un sistema perverso donde, por si acaso, preferías callarte. Ahora muchos se apuntan a la conservación del patrimonio, cosa que está muy bien, pero fundamentalmente porque no trabajan y, en ocasiones, como medio para presionar a los que sí lo siguen haciendo. En fin, algo muy desagradable y una pena en un colectivo tan escaso como dividido.

B: El trabajo de los arqueólogos depende de los permisos que te conceden las administraciones autonómica y municipal. Sería morder la mano que te da de comer.

La segunda parte la publicaré en los próximos días.

No hay comentarios:

Publicar un comentario