El pasado 4 de mayo tuve el placer de guiar uno de los
Paseos de Jane en Córdoba de este año. Fue, de nuevo, una experiencia muy grata. Era mi tercera ocasión como guía y espero que siga teniendo ideas para futuras ediciones. En esta ocasión elegí unir poesía y árboles tomando como escenario los Jardines de la Agricultura. Doy de nuevo las gracias a todos los asistentes. Os dejo aquí la transcripción del paseo con sus distintas paradas, la información sobre las especies de árboles que observamos y los respectivos poemas que fueron seleccionados.
Introducción
Jane Jacobs fue una mujer excepcional que defendió otra manera de mirar y vivir la ciudad, una muy diferente a como la entendían los hombres que manejaban los hilos del urbanismo de su tiempo. Jane quería una ciudad a escala humana, caminable, diversa en todos los sentidos. Precisamente esa idea de diversidad es la que ha estructurado este paseo. La diversidad mejora las ciudades, las hace más vivas y seguras. Igualmente la diversidad mejora nuestras zonas verdes, cuanta mayor diversidad de especies vegetales en nuestros jardines y parques, éstos serán más vivos y tendremos más ganas de vivirlos. Una cosa parecida pasa con la poesía, que también se refuerza con la diversidad.
Otra de las ideas que han guiado este paseo ha sido la relación entre poesía y árboles. Los árboles han sido desde siempre una fuente de inspiración esencial para los y las escritoras de todos los tiempos y culturas. Su sombra, sus hojas, sus frutos, sus flores, sus raíces, su presencia o su ausencia... Los árboles han sido casi un género en sí mismo. Hoy vamos a intentar disfrutar de una representación de algunos poemas seleccionados con la excusa de hablar de algunas de las especies presentes en este jardín. Un jardín que es uno de los más diversos de Córdoba y el parque público más antiguo de la ciudad (si sacamos de ahí el patio de los naranjos), inaugurado en 1866 a partir de una zona de huertas.
Naranjo amargo (Citrus aurantium)
Es el árbol más presente en Córdoba y también en estos jardines. Se desconoce con certeza su origen aunque parece que deriva de ejemplares silvestres nativos de Asia sudoriental (se cree que procede del sudeste de China y llegó a España en el siglo X, antes que la naranja dulce - 1450). Las hojas, las flores y la corteza del fruto se usan en medicina. La infusión de las hojas tiene propiedades ligeramente sedantes y estomacales y de ellas se extrae esencias usadas en perfumería. El agua destilada de azahar se usa como aromatizante y también como relajante junto con infusión de tila o melisa. Con la corteza de las naranjas se prepara mermelada de naranja amarga.
“Hoy no te han quitado, naranjo”. Pedro Salinas (Madrid, 1891 – Boston, 1951). Generación del 27.
Hoy te han quitado, naranjo,
todas las naranjas de oro.
Las meten en unas cajas
y las llevan por los mares
a tierras sin naranjal.
Se creen
que te han dejado sin nada.
¡Mentira, naranjo mío!
Te queda el fruto dilecto
para mí solo, te queda
el fruto redondo y prieto
de tu sombra por el suelo,
y aunque éste nadie lo quiere,
yo vengo como un ladrón,
furtivamente, a apagar
en sus gajos impalpables
y seguros esa sed
que nunca se me murió
con el fruto de tus ramas.
“Sin fin”. Mirta Aguirre (La Habana, 1912 - 1980). Escritora, periodista y militante política cubana.
De la semilla el naranjo
del naranjo el azahar,
del azahar la naranja.
Y otra vez a comenzar.
En semilla está el naranjo
en naranjo está azahar,
en azahar la naranja
y en naranja —¡maravilla!—
la semilla
de sembrar.
¿Quieres que vuelva a empezar?
Palmera (Phoenix canariensis)
En realidad, las palmeras son plantas arborescentes y no verdaderos árboles, ya que no forman madera o leño, es decir, no tienen crecimiento secundario en grosor por el que se forman los anillos típicos de crecimiento anual. Su falso tronco, llamado estípite, es el resultado de los restos que perduran de la base de las hojas viejas y de los tejidos conductores lignificados. La Palmera canaria es de las más frecuentes en jardinería. En Canarias, de donde es originaria, se obtiene a partir de su savia una miel de palma que se usa en repostería y para preparar una bebida. Una de las palmeras canarias más impresionantes de la ciudad está en la plaza Emilio Luque, es centenaria y mide casi 19 metros.
“Es una antorcha al aire esta palmera…”. Miguel de Unamuno (Bilbao, 1864-Salamanca, 1936). Escritor y filósofo de la Generación del 98.
Es una antorcha al aire esta palmera,
verde llama que busca al sol desnudo
para beberle sangre; en cada nudo
de su tronco cuajó una primavera.
Sin bretes ni eslabones, altanera
y erguida, pisa el yermo seco y rudo;
para la miel del cielo es un embudo
la copa de sus venas, sin madera.
No se retuerce ni se quiebra al suelo;
no hay sombra en su follaje, es luz cuajada
que en ofrenda de amor se alarga al cielo,
la sangre de un volcán que, enamorada
del padre Sol, se revistió de anhelo
y se ofrece, columna, a su morada.
Magnolio (Magnolia grandiflora)
El Magnolio pertenece a una de las familias más primitivas de todas las plantas con flor. La magnolia es una antigua familia que evolucionó antes de que aparecieran las abejas, por lo que las flores se desarrollaron de forma que pudieran ser polinizadas por escarabajos. Como consecuencia, poseen duros carpelos para evitar su deterioro. Se han encontrado especímenes fosilizados de M. acuminata con 20 millones de años y se han podido identificar plantas pertenecientes a la familia Magnoliaceae que datan de hace 95 millones de años. Otra característica distintiva de las magnolias es la ausencia de sépalos o pétalos; en su lugar poseen tépalos, término que se acuñó para referirse a este elemento intermedio. Habita de manera natural en el sudeste de los Estados Unidos, mientras que en la Península se cultiva como árbol ornamental.
“El magnolio”. Luis Cernuda (Sevilla, 1902 – Ciudad de México, 1963). Poeta y crítico literario de la Generación del 27.
Se entraba a la calle por un arco. Era estrecha, tanto que quien iba por en medio de ella, al extender a los lados sus brazos, podía tocar ambos muros. Luego, tras una cancela, iba sesgada a perderse en el dédalo de otras callejas y plazoletas que componían aquel barrio antiguo. Al fondo de la calle sólo había una puertecilla siempre cerrada, y parecía como si la única salida fuera por encima de las casas, hacia el cielo de un ardiente azul. En un recodo de la calle estaba el balcón, al que se podía trepar, sin esfuerzo casi, desde el suelo; y al lado suyo, sobre las tapias del jardín, brotaba cubriéndolo todo con sus ramas el inmenso magnolio. Entre las hojas brillantes y agudas se posaban en primavera, con ese sutil misterio de lo virgen, los copos nevados de sus flores. Aquel magnolio fue siempre para mí algo más que una hermosa realidad: en él se cifraba la imagen de la vida. Aunque a veces la deseara de otro modo, más libre, más en la corriente de los seres y de las cosas, yo sabía que era precisamente aquel apartado vivir del árbol, aquel florecer sin testigos, quienes daban a la hermosura tan alta calidad. Su propio ardor lo consumía, y brotaba en la soledad unas puras flores, como sacrificio inaceptado ante el altar de un dios.
Pino canario (Pinus canariensis)
Es una conífera endémica de las Islas Canarias. Este pino posee tres acículas por vaina, el único de este tipo en Eurafrasia occidental, estando el más cercano en el Himalaya. Tiene una gran resistencia al fuego gracias en parte a la gruesa corteza que cubre su tronco y lo aísla del calor. Además tiene la capacidad de rebrotar en el tronco y ramas gruesas, así como de cepa, emitiendo vástagos de hojas glaucas. Gran parte del agua que reciben las Islas Canarias es captada por los propios pinos gracias a la captación de sus acículas a partir de la niebla aportada por los vientos alisios. Según algunas estimaciones, en determinadas zonas este aporte puede suponer multiplicar por dos o por tres la cantidad recogida en estaciones meteorológicas.
“Un arbolillo era este pino”. Saigy (Kioto, 1118 – 1190). Monje y poeta japonés.
Un arbolillo era este pino
que vi hace años en el jardín:
Corpulento, sus altas
ramas dicen que pasa el tiempo,
Ciprés común (Cupressus sempervirens)
Es original de regiones del este del Mediterráneo, existiendo zonas importantes en el norte de Libia, sur de Grecia (Creta y Rodas), sur de Turquía, Chipre, oeste de Siria, Líbano, oeste de Jordania y ciertas zonas de Irán. Tiene gran longevidad, existiendo ejemplares con más de 1000 años. No está clara la procedencia de su simbología funeraria. Se piensa, dado que es un árbol que siempre está verde y majestuosamente apuntando al cielo, que ayudaba a las almas de los muertos a elevarse en esa dirección. Un ciprés del Alcázar es el árbol catalogado más alto de Córdoba (26,50m).
“La piedad del ciprés”. Alfonsina Storni. (Suiza, 1892- Argentina, 1938). Poetisa y escritora del modernismo.
Viajero: este ciprés que se levanta
a un metro de tus pies y en cuya copa
un pajarillo sus amores canta,
tiene alma fina bajo dura ropa.
Él se eleva tan alto desde el suelo
por darte una visión inmaculada,
pues si busca su extremo tu mirada
te tropiezas, humano, con el cielo.
Jacarandá (Jacaranda mimosifolia)
El jacarandá está distribuido de forma natural en Brasil, Bolivia, Paraguay, Uruguay y Argentina. La madera es excelente para trabajos de carpintería en interiores, parecida a la del fresno. Toda la planta es tóxica en caso de ingestión, y puede desencadenar irritación de la piel y alergia al manejarla. La infusión y tintura de flores, hojas y corteza se usa por vía oral para el tratamiento de la disentería amebiana y otras afecciones gastrointestinales agudas. En Buenos Aires es el árbol distintivo, donde hay más de 11.000 ejemplares que son un espectáculo en la época de floración.El jacarandá más interesante de Córdoba es el de los jardines de Orive, es centenario y con más de 18 metros de altura. Probablemente, aunque parece sólo un árbol, sean dos o tres juntos.
Vaivén. Rafael Alberti. (El Puerto de Santa María, Cádiz, 1902 - 1999). Generación del 27.
Por la tarde, ya al subir;
por la noche, ya al bajar;
yo quiero pisar la nieve
azul del jacarandá.
¿Es azul, tarde delante?
¿Es lila, noche detrás?
Yo quiero pisar la nieve
azul del jacarandá.
Si el pájaro serio canta
que es azul su azulear;
yo quiero pisar la nieve
azul del jacarandá.
Si el mirlo liliburlero,
que es lila su lilear;
yo quiero pisar la nieve
azul del jacarandá.
Ya nieve azul a la ida,
nieve lila al retornar;
yo quiero pisar la nieve
azul del jacarandá.
Olmo común (Ulmus minor)
El olmo es una especie típica de la ribera de nuestros ríos. Los olmos son capaces de transpirar (evapotranspiración) hasta 2.000 litros de agua al día. Por eso siempre se los utilizó donde había necesidad de evacuar el agua sobrante. En épocas pasadas, cuando aún se utilizaban las norias de agua, tiradas por caballos o asnos, se plantaban olmos cerca de ellas, ya que se sabía que (debido precisamente a la evapotranspiración) los animales respiraban mejor. Es uno de los mejores árboles urbanos y por eso fue tan ampliamente utilizado en las ciudades. Pero tiene el inconveniente de sufrir con frecuencia una enfermedad, la grafiosis, que es producida por un hongo y ha hecho que deje de plantarse con tanta frecuencia. Existe una leyenda que relaciona a este árbol con Napoleón Bonaparte, según la cual no fue capaz de engendrar a un hijo varón (que deseaba con verdadera ansia) hasta que durmió una noche bajo un olmo de gran envergadura.
“A un olmo seco”. Antonio Machado (Sevilla, 1875-Colliure, Francia, 1939). Representante más joven de la Generación del 98.
Al olmo viejo, hendido por el rayo
y en su mitad podrido,
con las lluvias de abril y el sol de mayo
algunas hojas verdes le han salido.
¡El olmo centenario en la colina
que lame el Duero! Un musgo amarillento
le mancha la corteza blanquecina
al tronco carcomido y polvoriento.
No será, cual los álamos cantores
que guardan el camino y la ribera,
habitado de pardos ruiseñores.
Ejército de hormigas en hilera
va trepando por él, y en sus entrañas
urden sus telas grises las arañas.
Antes que te derribe, olmo del Duero,
con su hacha el leñador, y el carpintero
te convierta en melena de campana,
lanza de carro o yugo de carreta;
antes que rojo en el hogar, mañana,
ardas en alguna mísera caseta,
al borde de un camino;
antes que te descuaje un torbellino
y tronche el soplo de las sierras blancas;
antes que el río hasta la mar te empuje
por valles y barrancas,
olmo, quiero anotar en mi cartera
la gracia de tu rama verdecida.
Mi corazón espera
también, hacia la luz y hacia la vida,
otro milagro de la primavera.
Álamo blanco (Populus alba)
El álamo blanco es un árbol que suele medir entre 20-25 m de altura, con tronco robusto, derecho, de corteza blanquecina, casi lisa aunque resquebrajada en los ejemplares más viejos. Las hojas son muy identificables, principalmente por el fieltro de pelos blanquecino por la cara inferior.
Su área original no se puede determinar ya que se ha cultivado desde antiguo. En la Península, cultivada o espontánea, está presente en casi todas las provincias. Se cría casi siempre en las proximidades de los cursos de agua, formando parte de los bosques de ribera. La variedad que solemos ver en los parques y jardines es la “pyramidalis”.
De las yemas o brotes de este árbol extraemos toda una serie de capacidades expectorantes y anti-inflamación que sirven para mejorar la garganta inflamada, la bronquitis o la tos seca. También se emplean por sus propiedades diuréticas y estimulan el apetito y reducen la fiebre. Las yemas y hojas del álamo se llevaban encima para atraer al dinero.
“Álamo blanco”. Juan Ramón Jiménez. (Moguer, Huelva, 1881- Puerto Rico, 1958). Premio Nobel de Literatura en 1956
Arriba canta el pájaro y abajo canta el agua.
(Arriba y abajo, se me abre el alma.)
Entre dos melodías la columna de plata.
Hoja, pájaro, estrella; baja flor, raíz, agua.
Entre dos conmociones la columna de plata.
(Y tú, tronco ideal, entre mi alma y mi alma.)
Mece a la estrella el trino, la onda a la flor baja.
(Abajo y arriba, me tiembla el alma.)
Ginkgo (Ginkgo biloba)
Es un árbol único en el mundo, sin parientes vivos. Tiene su propia Clase, Orden, Familia y Género. Contiene una única especie, el Ginkgo biloba que constituye uno de los mejores ejemplos de fósil viviente conocido. Actualmente limitado a los remotos valles montanos de China, está en peligro de extinción en la naturaleza. Curiosamente, es un buen árbol de sombra para las ciudades y ha sido plantado en todo el mundo en calles y jardines. El 6 de agosto de 1945 explotaba en Hiroshima, Little Boy, la primera de las dos bombas atómicas lanzadas en Japón en la Segunda Guerra Mundial. Un ginkgo que se encontraba en los jardines de un templo budista, a 1 km. del lugar de la explosión quedó destrozado. En la primavera siguiente, el viejo ginkgo brotó de nuevo. Hoy en día el árbol sigue vivo, y a su pie se puede se puede leer una inscripción que reza, "NO MÁS HIROSHIMA". Este que vemos es el primer ginkgo que se plantó en Córdoba y, por tanto, el más viejo, de unos 60-70 años.
“Ginkgo biloba”. Johann Wolfgang von Goethe (Fráncfort del Meno, 1749-Weimar, 1832). Poeta, novelista, dramaturgo, filósofo, dibujante, científico y botánico alemán, del que se afirmaba tenía una curiosidad enfermiza por “casi todo”. Es interesante y curiosa la historia que viene de la mano de este poema. Leedla en
este enlace.
Las hojas de este árbol, que del Oriente
a mi jardín venido, lo adorna ahora,
un arcano sentido tienen, que al sabio
de reflexión le brindan materia obvia.
¿Será este árbol extraño algún ser vivo
que un día en dos mitades se dividiera?
¿O dos seres que tanto se comprendieron,
que fundirse en un solo ser decidieran?
La clave de este enigma tan inquietante
yo dentro de mí mismo creo haberla hallado:
¿no adivinas tú mismo, por mis versos,
que soy sencillo y doble como este árbol?
Olivo (Olea europaea)
Procede del acebuche, que es su variedad silvestre. Solo en España se han contabilizado hasta 262 variedades de olivo, cada una adaptada a un determinado clima y terreno.
Se desconoce donde se cultivó por primera vez y la fecha, aunque las investigaciones apuntan a 4.000 años AC. Desde siempre se ha considerado como un árbol sagrado. Todas las culturas antiguas lo veneraron y aprendieron a cultivarlo. Aparece por ejemplo en la tumba de Tutankhamon, los fenicios lo trajeron a España, en la Atenas clásica quien hiriese o cortase un olivo sufría pena de destierro y para los hebreos el aceite de oliva era símbolo de prosperidad, bendición divina y alegría. Unas tradiciones que se han mantenido hasta nuestros días: la paz está simbolizada por una paloma con una rama de olivo y en el escudo de la ONU la corona de ramas de olivo que rodea al mundo simboliza la paz universal.
Este que vemos es quizás el olivo más impresionante de la ciudad, con una altura de 9,5m y un perímetro normal de 2,6m.
"Oda al aceite" (fragmento). Pablo Neruda. Poeta chileno. Premio Nobel de Literatura en 1971.
Cerca del rumoroso
cereal, de las olas
del viento en las avenas,
el olivo
de volumen plateado,
severo en su linaje,
en su torcido
corazón terrestre;
las gráciles
olivas
pulidas
por los dedos
que hicieron
la paloma
y el caracol
marino:
verdes,
innumerables,
purísimos
pezones
de la naturaleza,
y allí
en
los secos
olivares
donde
tan sólo
cielo azul con cigarras,
y tierra dura
existen,
allí
el prodigio,
la cápsula
perfecta
de la oliva
llenando
con sus constelaciones el follaje:
más tarde
las vasijas,
el milagro,
el aceite.
Plátano de sombra (Platanus x hispanica)
El plátano de sombra ha sido desde antiguo considerado un híbrido originario del cruce entre los parentales Platanus occidentalis y Platanus orientalis; a pesar de eso, no está claro su origen, que unos localizan en Londres y otros en España, e incluso en formas híbridas o no, naturales o de cultivo, de Turquía.
Árbol muy resistente y longevo que soporta muy bien las podas y en general la polución de las ciudades. Aunque es uno de los árboles de parques y paseos más utilizados por la agradable sombra que proporciona, hay que tener en cuenta la problemática alergénica a la hora de plantarlo.
El plátano de sombra más singular de Córdoba está en el Alpargate, con una altura de casi 24 metros y una proyección de copa de unos 500 metros cuadrados.
“A la sombra de plátanos maduros”. Miguel Antúnez López (Córdoba, 1983).
A la sombra de plátanos maduros
dos están conectados,
compartiendo sentimientos en evolución convergente.
En orgía de polen
y miradas que se encuentran y se incendian,
alcanzan a no besarse,
con pizcos en los ojos
y alergia a sentirse lejos.
Dos.
Cubiertos de frutos en poliantocarpos globulares y esféricos,
abrigados por miles de aquenios claviformes
rodeados de un penacho de pelos erectos,
de color canela,
que se desprenden,
vuelan como copos de nieve
y se posan para ser alfombra para mirlos.
Dos.
Polinizados por árboles cansados de contaminación,
condenados a dosis cada vez mayores
de antihistamínicos en abrazos.
Final
He querido terminar en este espacio porque fue la unión perfecta entre los árboles y la literatura. Justo donde nos encontramos estuvo situada la antigua y pequeña biblioteca Séneca. En 1922 se abrió al público ubicada en una modesta caseta hexagonal. Llegó a contar con 2.000 volúmenes, además de una sección infantil que fue la primera que hubo en la ciudad. Se planteó como un autoservicio sin vigilancia. Contó con una espléndida respuesta popular llegándose a cifrar sus lectores en más de veinte mil al año. Sin datos más concretos sobre el resultado de la experiencia que los que permanecen en el recuerdo de algunos contemporáneos, no se dispone tampoco de noticias sobre los motivos y fecha de su clausura ocurrida en los años sesenta del siglo XX. Desaparecida la caseta hexagonal, los bancos semicirculares que la rodeaban son el único testigo que queda de la singular experiencia. Los azulejos de los bancos contienen pensamientos del filósofo cordobés que le prestó su nombre y son obra del gran ceramista Juan Ruiz de Luna, que recuperó en el siglo XX la técnica y el arte de la cerámica de Talavera de la Reina. En definitiva, un lugar de nostalgia poética e inspiración para que vengáis a sentaros a leer o a escribir.